A
lo largo de su joven obra, la escritora argentina Cabezón Cámara realiza un
recorrido literario/vital en donde sus personajes –siempre marginales:
travestis/ mujeres presas de trata/ joven devenida en artista y líder de
comunidad okupa/ huérfana emancipada en la China Iron- enfrentan diversas
situaciones de opresión y resistencias profundamente transformadoras. Los
lectores, al igual que sus personajes, salen siendo otrxs luego de la inmersión
en el mundo Cabezón Cámara.
No
hay dudas que una buena ficción puede más que mil discursos políticos por más
honestos que sean. Es paradógico pero el discurso literario, falaz por
antonomasia, es capaz de producir reflexiones y pequeñas pero profundas
modificaciones imposibles de lograr para los “discursos de la verdad”. La
ficción llega a través de las emociones y la razón – en ese orden- o, la
ficción llega a través de las emociones que trabajan sobre la razón a lugares
tan profundos del ser que, si logran mover algo, terminan con el tiempo,
moviendo mucho.
La
obra de Cabezón Cámara trabaja ahí. Cuando nos enfrentamos a sus páginas en
pocos minutos quedamos seducidos por un lenguaje maravilloso, una cruza entre
lo más rico del lenguaje de las calles y la belleza gramatical del
español. Cabezón mezcla arrabal y
centro, villa y academia, edificio intrusado y museo europeo de arte moderno… y
de esa mezcla obtiene una lengua hermosa, vital, con una musicalidad que seduce
y te lleva junto a la “negra rubia” a la china Josephine, a Cleo la travesti a recorrer el mundo… A
vivir la vida junto a lxs marginados de siempre.
“(…) la miseria alienta la grieta, la
talla; va arañando lenta, a la intemperie, la piel de sus nacidos; la hace
cuero seco, la cuartea, les impone una morfología a sus criaturas. (…)” describe la China
Josefina y confirma haber nacido huérfana como si la hubieran parido los
pastitos de flores violetas que suavizan la ferocidad de la pampa.
“(…) Mis pensamientos eran cosas
podridas, palos, botellas, camalotes, forros usados, pedazos de muelle, muñecas
sin cabezal la reflexión del collage de desperdicios que la marea deja
amontonados cuando baja después de subir mucho. Náufraga me sentía, y creí
haberme salvado de un naufragio. (…)” cuenta en el inicio la narradora
de La virgen cabeza, embarazada de una
travesti.
“(…) No lograron discutir ninguna
otra estrategia porque además del dominio del espacio, otra de las armas de los
helicópteros es llenar de ruido ese mismo espacio que miran desde su celestial posición.
Salieron y pidieron, a los gritos, un día para embalar sus cositas. Les dijeron
que no. Unas horas, sí, cinco les otorgaron los judiciales y señalaron hacia
los camiones jaulas que empezaban a llegar (…)” recuerda la protagonista de Romance
de la Negra Rubia, la del “sacrificio fundante”.
¿Se
puede estar peor? Sí, claro, siempre se puede seguir cayendo. Pero, lo
interesante de destacar es que en las diferentes historias que nos cuenta
Cabezón Cámara se empieza mal, jodido. Las chicas están mal, muy mal. Y de a
poco inician un camino que las lleva hacia… ¿la felicidad? Tal vez, sea mucho.
Pero lo que sí es seguro es van a vivir una vida más plena.
El
conjunto de sus trabajos, desde La virgen cabeza hasta Las aventuras de la
China Irón, disuelven párrafo a párrafo el binarismo hombre – mujer pero
también, los protagonistas de sus historias a partir de las vidas que eligen
vivir disuelven la otra contradicción entre explotador y explotado.
Quizás
me apure. Tal vez sea pronto. Pero Las aventuras de la China Irón parece ser la
cúspide de la obra Cabezón Cámara. Ojalá sea sólo un escalón más en el camino
al paraíso posible. Pero… ¿será posible otro recorrido lleno de fantasía y
verdad en nuestra patria latinoamericana que nos lleve a tan buen puerto? No es sólo que al final del viaje se llega a
Utopía, a la tierra sin mal, la
tierra del buen vivir. Sino que la belleza de la prosa es tan grande que el
cuerpo se nos carga de vitalidad y dan
ganas de correr a la librería y buscar otro libro de Gabriela, meterlo en la
mochila y buscar, buscar amigas, amigos, compinches para rajarse al Paraná y
meterse en algún bote y navegar hacia el norte y perderse juntos en medio de
las islas y la vegetación.
Eso que decis Carlos, lo de las emociones trabajando a la razon y al ser, y moviendo cosas, asi se siente leer a GCC.
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