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Mostrando entradas de octubre, 2015

Por favor que el adiós no se alargue

Tres días llorando. Comprobó, durante la madrugada que ya no le quedaban lágrimas. Igual se compunge y lleva sus manos a la cara aguantando el acceso de llanto que llega otra vez. Otra vez sin lágrimas. Llora. Llora hace tres días seguidos. Se levanta entonces, en medio de una nube de recuerdos y humo. Manotea el aire queriendo atrapar las imágenes o acomodarlas de otra forma, darles otro color…   Camina sobre el piso de madera; cruje esquivando libros, papeles, platos sucios, botellas… Llega hasta el baño y se quita la remera, el pantalón. Abre la ducha y espera un fuerte chorro de agua caliente que llegue a entibiarle los huesos, a calmarle alguno de los dolores físicos, porque sabe que al alma, casi no se llega… no llega y un nuevo acceso de llantos lo dobla bajo el agua. Aprieta la cara contra las rodillas y el agua cae… sobre un ovillo de carne temblorosa. Sale del baño y se para frente al espejo. Se mira, se  lleva una de las manos al pecho, se toca.