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Mostrando entradas de diciembre, 2012

El Tiempo...

(Buenos Aires, fin de año; a punto de llover) En un mundo donde no se puede medir el tiempo, no hay relojes, ni calendarios, ni citas definidas. Son los acontecimientos los que desencadenan otros acontecimientos , no la hora. Se empieza a edificar la casa cuando la piedra y la madera llegan al lugar de la construcción. La cantera de piedra comienza a entregar la piedra cuando el picapedrero necesita dinero… Hace mucho, antes del Gran Reloj , los cambios en los cuerpos celestes median el tiempo: el lento paso de las estrellas a través del cielo nocturno, el arco del Sol y la variación de la luz, la Luna creciente y menguante, las mareas, las estaciones. El tiempo también se medía por medio de los latidos del corazón , los ritmos de la somnolencia y el sueño, la recurrencia del hambre, los ciclos menstruales de las mujeres y la duración de la soledad. Alan Lightman, Los sueños de Einstein

Amantes

Odio las noches de calor , dijo casi en un susurro que a él le costó escuchar. Odio el calor, porque no me abrazás al dormir , dijo en una especie de suspiro y se durmió lentamente en medio de la noche, dándole la espalda. Una frondosa melena de oscuros rulos se interpuso entre ella y la agitación de su pecho.  Minutos antes, el frenesí de sus cuerpos le había arrancado un quejido apagado, casi suplicante que había detonado en él, aumentando su vigor, sus arremetidas. Fue entonces cuando la envolvió entre sus brazos, puso sus labios contra los suyos y creyó poseerla por completo. La abrazó con ambos brazos y sus manos llegaron a cada lado de sus muslos. Con  su mano izquierda logró alcanzar la humedad del encuentro y apoyó sus dedos al borde de su vulva abierta y bordeó sus continuas arremetidas. Martin… Martin… jadeó su nombre un par de veces y luego se abandonó al temblor de su cuerpo y a un largo y profundo suspiro. Luego, apartaron las sábanas húmedas y fuero