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Mostrando entradas de marzo, 2011

Ahí vamos...

La siesta, Prilidiano Pueyrredón Enero Casi las diez de la mañana y apenas logro levantarme. Tropiezo en la penumbra pegajosa de la habitación. Abro las persianas para sentir correr algo de aire. El día amaneció nublado. Plomizo, pienso y una puntada en la sien izquierda me recuerda el trabajo atrasado y la mala noche. Tengo el cuerpo pegajoso y ahora huelo la agresividad del sudor en las sábanas y en la piel. ¿Cuántos días llevo metido en esta pieza? ¿Cuántos días dándole vueltas al teclado, hasta llenarlo de agua, de sudor? Es enero en Buenos Aires. Una pesadilla. A un costado del cuarto en donde trabajo, duermo y a veces como, hay una pileta. Una pileta de lona verde, llena de delfines simulando arabescos. Abro la puerta y la frescura insolente del nuevo día se mete en la pieza junto con hojas amarillas, secas por el sol. No aguanto mi transpiración. Me meto en la pileta desnudo entre hojas e insectos muerto