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Mostrando entradas de marzo, 2022

Fuego.

No fuimos donde el Santo. Y eso que te dije que fuéramos, como hacemos siempre que tenemos un trabajo: primero vemos al Santo. Teníamos que haber ido a dejarle un plomo y la cerveza. Un plomo para que quede ahí, con él y que no vuelva. Y no fuimos. No importa. Ya está. Ya está. Había que correr y corrimos. Corrimos con toda nuestra fuerza y logramos zafar por detrás de la canchita del Ruso. ¿O no fue así Uriel? ¿Entonces?   Saltamos el alambrado y desaparecimos. Había que correr porque a esa altura no quedaba otra y no me vengan con boludeces ni delirios de superhéroes. Porque cuando hubo que plantarse, nos plantamos y al puto ese, se la dimos. El trabajo, el ajuste de cuentas ya estaba hecho y el perro hijo de puta del Rolo tenía los dos brazos rotos. Y gritaba. Y aullaba como un perro. Como el maldito perro que es. Gritaba tanto que se despertó media manzana y esa es la peor manzana. La peor para nosotros. ¿Y qué me van a decir? ¿Qué esa fue la cagada? ¿Porque lo dejamos vivo o p