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Mostrando entradas de noviembre, 2011

Mudanza

Después del golpe no sintió más nada. Sólo un suave latido en el lado derecho de su cabeza y una tensa rigidez creciente en las palmas de las manos. Después, creyó, todo era más o menos igual. Se sorprendió al descubrir que estaba bajo el agua, nadando sin esfuerzo. No sabía cómo había llegado hasta allí. Sólo recordaba su huida desde la casa de los abuelos y la larga carrera por el sendero que lo llevaba hasta la laguna. El grito de sus amigos y algunos “primos del campo” –los poli- que se habían largado a su captura, luego del eterno Poliladron de todas las vacaciones. Joaquín venía al pueblo todos los veranos, después de las clases, a pasar las Fiestas y a aprovechar el aire limpio y las tibiezas del sol, que en la capital ya casi no se consiguen, junto a los abuelos, los tíos que nunca se acostumbraron a la ciudad y los numerosos primos que aumentaban con los años. Le encantaba pescar recostado en la orilla del lago y nadar de contrabando durante las siestas de los grandes. Pero de