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Mostrando entradas de junio, 2015

Hibisco

El hombre camina días enteros entre los árboles y las piedras. Rara vez el ojo se detiene en una cosa, y es cuando la ha reconocido como el signo de otra: una huella en la arena indica el paso del tigre, un pantano anticipa una vena de agua, la flor del hibisco el fin del invierno.  (Italo Calvino, Las ciudades invisibles) La jornada ha dejado paso al silencio cálido del refugio en donde los restos de carbón aún desprenden el perfume de los inciensos matinales. El hombre deja a un lado las pieles sanguinolentas de caribú junto a sus herramientas, algunas piedras talladas que usa de cuchillo y raspadores varios. Se acerca al fogón apagado y siente la tibieza del fuego extinto. Lo siente en la piel y en sus vellos que se erizan. Lo siente en su nariz, donde se dilatan las narinas y huelen la presencia animal de su compañera. Cierra los ojos de pie frente al rescoldo y distingue el olor de su hembra entre capas sutiles de incienso, pastos y tierra. Sabe que está allí, en alg