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Mostrando entradas de octubre, 2016

Rocío

Rocío tiene la frescura de su primer nombre, y la fuerza del segundo: Eva. Todas las mañanas se despierta con alguna pregunta/ ¿dormiste bien?/¿dónde fuiste?/ y siempre aparece enredada en sus rulos. A veces la veo espiar desde su cama. Se tapa toda bajo las sábanas y de a poquito va asomando su curiosidad por el mundo. Se queda en silencio… mirando. /¿Qué verá desde sus tres años?/ Yo la veo a ella, y a su mamá, y a sus abuelas. A veces habla de noche, y mueve las manos, se acomoda los rulos y gesticula. Yo sé que Rocío viaja cuando no la veo. /¿Te bañaste?/ me pregunta siempre cuando vuelve de una siesta. 

Ella...

Un  momento, contame un momento, de esos que te gustan, dijiste mientras te descalzabas y me besabas suave, muy suavemente el cuello. ¿Un momento? Balbuceé ante el escalofrío que nacía en tus labios y se disparaba veloz por mi cuerpo. Un momento… En la penumbra de mi casa, recostado en el sillón, emborrachándome de a poco, escuchando a Sabina o a Ismael Serrano… mirando el lomo de los libros acumulados con el amor y la pasión de lo inútil… un momento, dulce borrachera… bonita, tan dulce como tus labios…  

Momentos...

Cuando lo vio llegar una equívoca sensación de alegría y nervios le recorrió el cuerpo. Se mordió el labio confirmando la certeza del dato que la había llevado hasta allí, a esa hora de la noche y se dispuso a observar. Disimuló la ansiedad entre las páginas de un libro grueso y unos papeles que comenzó a garabatear. Él pasó a su lado con una carpeta y dos libros que había bajado de uno de los anaqueles en la parte de historia. Lo miró sentarse y disponer los libros a un costado, hojear el tomo más grande y sacar unas hojas de la carpeta. Abrió una cartuchera en forma de sobre y extrajo algunas lapiceras de color y un lápiz negro. Cuando él levantó la vista se encontró con la mirada de ella, le sonrió. Se ruborizó y disimuló su vergüenza hundiéndose en la lectura. El se paró y fue en busca de otros dos libros. No había nadie a esas horas en la biblioteca.

Perro de mil batallas

El fuego ha regresado de forma imprevista, bestial. No lo esperaba. Yo, perro de mil batallas -confié en el pacto, en la tregua- y no hubo piedad.