Rocío tiene la frescura de su primer nombre, y la fuerza del segundo: Eva. Todas las mañanas se despierta con alguna pregunta/ ¿dormiste bien?/¿dónde fuiste?/ y siempre aparece enredada en sus rulos. A veces la veo espiar desde su cama. Se tapa toda bajo las sábanas y de a poquito va asomando su curiosidad por el mundo. Se queda en silencio… mirando. /¿Qué verá desde sus tres años?/ Yo la veo a ella, y a su mamá, y a sus abuelas. A veces habla de noche, y mueve las manos, se acomoda los rulos y gesticula. Yo sé que Rocío viaja cuando no la veo. /¿Te bañaste?/ me pregunta siempre cuando vuelve de una siesta.
Bitácora de Carlos A. Ricciardelli // palabras/imágenes/arte -desde este lado del mundo.