Día 5. Me ha llamado mi amigo el periodista y escritor, Martín Rilli. Me dice que apenas ha podido asomarse a la calle y ha visto como el desierto ha llegado a la ciudad. Los pájaros se han quedado con todo, dice. Tardo unos instantes en reaccionar y cuelgo. Respiro y pienso en mis hijos. Tomo mis recaudos y abro la puerta. Miro hacia ambos lados y salgo a la calle. Camino en zigzag bajo la tibieza de un sol de otoño que aparece llamativamente más limpio. Evito las postas militares que exigen papeles y documentos imposibles de tener. Sólo se escucha un zumbido lejano y cierto eco de mis zapatos en la calle. Miro a cada lado. Está todo vacío, desierto. Apenas un par de perros que husmean en una esquina pedazos desgarrados de una bolsa de basura. Ahora, bien a lo lejos, como si viniera del otro lado, escucho una sirena. Rilli tiene razón. Los pájaros se quedaron con todo.
Bitácora de Carlos A. Ricciardelli // palabras/imágenes/arte -desde este lado del mundo.