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Mostrando entradas de marzo, 2012

El mejor de todos, Rodolfo Walsh

Literatura y compromiso en un solo hombre El coronel elogia mi puntualidad. -Es puntual como los alemanes- dice. -O como los ingleses. El coronel tiene apellido alemán. Es un hombre corpulento, canoso, de cara ancha, tostada. -He leído sus cosas –propone-. Lo felicito. (Esa mujer, fragmento inicial) Cagué, piensa. El hombre está parado en la esquina de San Juan y Entre Ríos esperando hacer contacto. Un movimiento extraño de autos y hombres le confirmaron la duda que lo trabajaba desde la noche y lo acompañó molesta, pegajosa, en su viaje en tren. Cagué, murmura bajo el disfraz de jubilado y aprieta la veintidós que lleva en el bolsillo del saco. Sus músculos se tensan al ver los primeros rostros que se acercan. Tres, cinco, diez… calcula en fracciones de segundos. Gira sobre sus pies y se ve rodeado. Ahora empuña e

Sirenas

Habíamos bajado del 581 sin darnos cuenta uno del otro, cerca del faro, allá en Mar del Plata. Caminamos por la ruta unos metros sin vernos, en medio de una creciente multitud hacia la playa. Recién la vi, la miré en la larga fila del arena beach, parador rockero de aquellos años. Digo bien, la vi. Vi su tatuaje tribal al final de su espalda, cuando alzaba un chico de cuatro o cinco años y la remera subió rápida hasta la mitad de la espalda, mostrando el nudo del corpiño negro. -¿Te ayudo? -Soy madre soltera, respondió como aviso o garantía de autosuficiencia ante mi ofrecimiento a ayudarla con la matera y el bolso playero que debía ser abierto ante los controles, mientras ella levantaba las sandalias que se le habían caído al crío. Pasamos el control y le devolví el bolso. Me sonrió. Después se acomodó el pelo y dejó a su hijo en el suelo. Caminá, dale, le dijo ante el intento de berrinche. -¡No te quiero más! -Estamos acostumbrados. Siempre cargo todo sola, sino no hubiéramos sobr