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Mostrando entradas de agosto, 2013

El gran hermano...

Salió del ascensor hundido en el tiempo de sus pensamientos; y recién regresó al presente cuando un guardia le pidió la credencial para poder ingresar. Se frenó adusto y tardó una fracción de segundo en comprender. Luego pidió disculpas mostrando el permiso y relajó las facciones del rostro. Al atravesar la línea de seguridad –le habían acercado un detector de metales y escaneado la mochila- se encontró de pronto con una pequeña sala ovoidal de la cual salían tres   angostos pasillos. No recordó por qué estaba ahí. Una vaga sensación de incomodidad comenzó a recorrerle el cuerpo. Respiró un par de veces buscando relajarse y antes que decidiera el camino a seguir, una mujer vino a su encuentro desde uno de los extremos. Buen día, sonrió la muchacha, lo estábamos esperando. Buen día, respondió él y permaneció en silencio tratando de reconocer a esa mujer que le sonreía con familiaridad. Sígame, vamos a la oficina central. ¿Cómo lo trató la tormenta? Porque ha dificultado la