Otoño…
La estación
de los ocres, de la selección de inciensos y maderas a quemar.
Durante
el otoño las lluvias aumentan y el agua llega hasta el río. Las niñas huyen del
bosque y Caperuza se junta con amigos a fumar a escondidas y a encender fuegos
ahuyentadores de fantasmas y miedos que engordan siempre en épocas inclementes.
Cuando los días se acortan, los miedos crecen como las sombras a luna llena. El
viento va perlando las orejas y siempre se necesitan cómplices para esconder
las botellas cuando llegan los lobos en medio de la noche.
Son los
días en donde Caperuza evita ciertos senderos cuando sale en busca de hierbas
dulces. Cambia las zapatillas por borcegos y esconde las uñas en las mangas de
los buzos. Caperuza fuma y junta papeles. Lee los poemas de Juan y amasa ideas
al calor de las llamas. Los pibes se van juntando de apoco, caen por la tarde y
ranchan protegidos del mal y de las manadas de lobos. En otoño las hojas crujen
bajo los pasos que llevan siempre a los mismos lados.
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