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Sobre Setembrada de Belgrano Rawson


Hechizos de la literatura, azares de la vida
Una tarde gris y ventosa de comienzo de año caminaba por la peatonal San Martín (MDQ) cuando encontré una de las últimas librerías de saldo que quedan en la ciudad. Las crisis y los cambios de hábitos han sido implacables con estos reductos. Curioseando me encontré con varios e interesantes libros que no había leído. Cosas que me suceden cada vez con menos frecuencia. Me llevé tres.

Y empecé por el Setembrada de Belgrano Rawson que había sido publicado inicialmente en 2001. ¡Tan lejos y tan cerca de aquellos días! (La historia se repite primero como tragedia y después como farsa escribió Marx).

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Setembrada transcurre en medio de una de las tragedias más vergonzosas de nuestra América Latina, la Guerra del Paraguay.

Setembrada es la historia de los hermanos Bebeto y Silvaninha, ambos mulatos brasileros, el Chino, novio de Silvanihna y Universo, un maestro paraguayo en busca de sus alumnos. Cuatro víctimas de la guerra que se ven obligados a sobrevivir juntos. Al comienzo sus días transcurren en torno al Setembrada, un globo aerostático espía de la Alianza sobre el territorio guaraní, y luego, una vez perdido el globo, en la selva a la vera de un río, siguiendo el camino imaginado hacia el “Gran Nidal” para recuperar al globo.

El Chino, que es argentino, cuenta la historia. Narra los enojos de Bebeto y las enseñanzas de Universo. Describe la selva, los olores y la forma que junto a Silvaninha le dan al amor: Silvaninha daba un gemido cuando yo llegaba tarde. Por despacio que entrara en la cama, ella abría los ojos y sonreía de oreja a oreja. Después murmuraba algo, buscaba mi hombro con su cabeza y quedaba frita. No sé cómo explicarlo, pero eso me mataba. Si tendría que hacer una lista con las cosas que me gustaban de ella, pondría eso arriba de todo.

Mientras Universo no cesa en buscar a sus alumnos que en una de las tantas levas fueron llevados al ejército, a los Batallones de Dios. Recuerda… Cada tanto, Universo borraba las cuentas y planchaba la arena húmeda con un palo de amasar. Los chicos miraban absortos la superficie inmaculada, hasta que Universo volvía a cubrirla con sus rasgos diminutos. El pizarrón era un sitio promiscuo donde todos los chicos se mezclaban. (…) cada uno vigilaba su parte del pizarrón. (…) Universo trabajaba con un alambre afilado que hacía las veces de tiza. Entretanto Pancho no lo soltaba del brazo, esperando el momento propicio para atraparle la mano.

La historia avanza en barbaries y sutiles reflexiones políticas de aquellos años que tanto marcaron al continente. Belgrano Rawson construyó una historia enorme con un lenguaje ameno y delicado. 

Setembrada es una gran novela. Un profundo encuentro con nuestra tragedia y ser sudamericanos.
   

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