Estancia Mendoza
es un vino que viene bien en estas épocas de macrismo recargado, de capitalismo
brutal y embrutecedor. Es un vino a setenta pesos que se deja tomar. También le
podés sumar los fideos secos a veinte pesos de algunos supermercados chinos – y
no tanto- .
El pan se fue por las
nubes casi como la leche que si no fuera por las terceras marcas, hubiera
olvidado su gusto. Café, creo que compré el año pasado pero bueno… el médico
prefiere que no lo consuma. El gato presidencial también.
Pero volviendo al tema del vino que para mí es importante
(soy cristiano y el tema del vino y del pan, nunca deben
faltar) digo que estancia mendoza
viene bien. Ayuda. Aunque el descalabro económico lo hago con algunas cervezas. Son mi debilidad...
(siempre recuerdo la tarde en que por primera vez se me hizo
agua la boca frente a una heladera que estaba en la vidriera de un almacén en
Belgrano y yo andaba laburando de repartidor de volantes… Latas de cerveza
transpirando…)
Claro, es ahí donde la administración de la falta se me va
al carajo!
¿Probaron la imperial
Ipa? Es un viaje de ida…
Meditaba en el vino y la podrida oligarquía en una sobremesa
tormentosa cuando una mezcla de bronca y tristeza me trepaba desde los pies.
Meditaba mientras vaciaba mi copa de vino casi barato (casi,
porque hay algunos de cuarenta pesos …) cuando mi Negrita del amor me arrancó
de la melancolía:
Escuchame el corazón… escuchame el corazón…
Acerqué mi cabeza a su pecho de cinco años y apoye mi oreja…
¡uy… qué lindo!
¿Escuchaste bien? / Sí, sí.
¿Seguro escuchaste? / Sí, Rorro, sí. Hace tic…tic…tic…
¡No! Hace: pa – pí –pa –pí…
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