Entre las carpetas y los papeles encontrados en la mudanza, aparecieron un puñado de poesías un tanto viejas. Me llamó la atención la siguiente, espero que les guste.
Hay
que comenzar la tarea,
arbitraria
y cotidiana de continuar la vida
de
malgastar los zapatos haciendo una huella destinada al olvido.
Comenzar,
encendiendo la hornalla y refregarse los ojos ante el frío de la
mañana,
elegir
un mate y volcar la yerba, acercar la nariz a la tibieza del vapor que trepa
sobre
la espuma.
Volver
después, y caminar entre el perfume y el calor de tu ausencia,
tus
libros, tus papeles sobre la mesa de siempre
la
presencia austera y tibia de los recuerdos que se intercalan tímidos entre los
hechos
recientes aumentando la dicha
exacerbando
mi confusión.
Apoyar
las manos sobre la tabla de la mesa, sentir los golpes, las imperfecciones, los
machucones bajo mis dedos
acariciar
las esquinas, redondas por el tiempo y el uso, descubrir nuevas marcas y colores,
manchas
manchas
del cuerpo sobre esta madera que contuvo nuestro hambre y nuestra
sed,
nuestras ansias, nuestra miel,
nuestro
pan y el vino de cada día.
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