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Un Quijote de los arrabales. (Una lectura del Juguete Rabioso)


Al joven Silvio Astier se le trastocó la cabeza de tanto leer folletines de bandoleros y busca vidas. Tanto frecuentó la zapatería del viejo andaluz, en cuyas paredes aparecían pegados cromos multicolores de famosos malvivientes de ficción, que soñó con ser uno de ellos y así escaparle a la miseria que lo rodeaba.

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Las lecturas del Juguete Rabioso son múltiples y tal vez, interminables. Pero una de ellas es la que se nos revela a las pocas líneas y de la mano del mismo protagonista que afirma su fascinación por las lecturas  y entre otras las del Quijote de la Mancha. Es tan grande su fascinación por los libros y la lectura que admite querer ser como Rocambole y salir al mundo a resolver entuertos y enderezar entreveros.  Si el Quijote elige a un pobre campesino que lo secunde para todas sus aventuras, Silvio buscará en  Enrique y Lucio a sus secuaces de acción con los que fundara El club de los caballeros de la medianoche. Los triunfos futuros que sueña el Quijote serán dedicados a su amor imaginado, la bella Dulcinea del Toboso. Mientras que Silvio sueña con gastar el dinero fácil, ganado en la aventura del delito en “cocots” en las soñadas noches de lujos de una vida dulce y hermosa que nunca llega.

Pero hasta ahí los paralelos, las abundantes y febriles lecturas (tanto el Quijote como Silvio gastan sus dineros en libros de aventuras) secan los cerebelos de ambos y los largan al mundo a desplegar sus propias aventuras. Uno, buscando el bien y unos ideales conocidos en la literatura. El otro, el método o la forma de ganar plata fácil sin la vergüenza del trabajo para salir de la miseria.

Dos mundos, dos historias nacidas al calor de febriles lecturas y el desencanto por un mundo hostil, objeto de modificación a través de la acción y la aventura.   


Sobre El juguete rabioso de Roberto Arlt
(Publicado en el N° 1 de Lectura, creatividad y crítica. Publicación del CEN El Jauretche) 


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