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Peregrinos


Habían logrado dominar el fuego luego de años de experiencias y azares varios. Habían logrado captar el instante exacto de alquimia cerebral y atmosférica, el instante previo a las lluvias que ahogaron tantas veces el milagro. Habían logrado dominar el fuego… las pequeñas bestias escuálidas que se cubren con olores nuevos sus propios olores.
Y poco después, con la ayuda de los dioses, pudieron torcer las aguas, trazar canales y celebrar la vida en el nacimiento de nuevas plantas derramadoras de semillas y frutos. Semillas y frutos destinados a calmar los cuerpos y acariciar las almas… sanadoras de hambres y tristezas.
Maceraron semillas en cuencos de barro olvidados… Elixir de los dioses para bestias simples y frágiles…

La alegría de los cuerpos engendró nuevos cuerpos que, una vez cubierta la Madre Negra, se expandieron por el Todo como el viento, como el aire, llenando las lluvias y los soles de alegrías y tristezas; de tangos y son. 

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