Y
bueno… hay tiempos de vacas flacas o sin
cosecha… es cuando la tierra está seca, dura más que el alma –piensa Raquel y
trata de recordar las palabras del misionero aquel, “evangélico”. El pastorcito valiente como le había dicho
el panadero en un tono casi burlón. El
pastorcito valiente está más loco que una mula, nena. Y Raquel sonrió, pero no le hizo caso.
Y entonces recuerda la frase, el verso que
cree era del Eclesiastés:
Todo tiene su momento y
todo cuanto se hace bajo el sol tiene su tiempo,
Un tiempo de nacer y un
tiempo de morir,
Un tiempo… –recuerda
salteando versos, perdiéndose entre los recuerdos de su respiración acompasada
hasta el llanto; la transpiración...
Un tiempo de amar y un
tiempo de aborrecer,
Un tiempo de guerra – dice
y no puede terminar de recordar.
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