Martín soñó con extrañas bestias doradas. Pequeñas manadas surcando praderas extensas, lagunas y pastizales. Búfalos jóvenes de melena espesa trajinando campos y helados inviernos.
Nehuén y Martín no se conocen. Sin
embargo el sueño se vuelve espeso, recurrente. Se expanden las bestias en sus
cuerpos como en enormes praderas y sudan en las noches olores lejanos,
salvajes.
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