El talento, lejos de ser un fenómeno individual, es un fenómeno social. En un hombre se condensa un momento de las colectividades. Por uno de los poros humanos surge la savia del conjunto. Con ayuda de un cerebro se exterioriza un gesto colectivo. El pensador y el artista no son más que el producto de la ebullición común, como la flor es un brote de la vitalidad de la tierra. Si pierde contacto con el jugo que la nutre, se marchita. Su fuerza es verdaderamente eficaz puesta al servicio del elemento que la engendró.
Las
nuevas tendencias literarias, 1908.
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