Ahí está otra vez. Caminando de un lado para el otro,
como si estuviera loco. Miralo, ¿vez? Otra vez esa angustia recorriéndole el
cuerpo, anudándosele en la garganta y la saliva que le cuesta bajar… la
aceleración del corazón y ese golpeteo constante que asusta tanto como la
posibilidad de que deje de hacerlo. Así está Martin, otra vez, como asustado. Y
en un instante de lucidez piensa que ya está grande para estas cosas, para
estos desvelos en la noche… que son berretines de pendejo, piensa y sonríe. Respira
y vuelve a intentarlo, cuenta hasta seis y suelta lentamente el aire. Cierra
los ojos e insiste porque mañana hay que ir a trabajar y ya cuesta el doble
hacerlo sin dormir.
Y sin embargo, ahí está, ¿lo ves? Dando vueltas en la cama, yendo y viniendo por la pieza, oliendo la almohada vacía, las sábanas. Persiguiendo los rastros de un perfume que no sabe si ha de volver.
Comentarios
Publicar un comentario