Ir al contenido principal

Raskolnikov, pequeño homenaje

En febreo de 2003 nacía Raskolnikov, revista cultural de distribución gratuita. Alcanzó los 7 números en 2 años y caminó los barrios del sur de Bs As y algunos claustros. A nueve años de aquel nacimiento, este pequeño recuerdo.

Editorial

Cuando en octubre de 2002 empezó a tomar forma la idea de Raskólnikov –aún desconocíamos su nombre– supimos de manera incierta, y por los años acumulados en reuniones, espacios y silencios compartidos, cómo iba a ser. Aunque después vinieran las reuniones y las discusiones formales sobre qué hacer y para qué.
Quizás seamos un poco soberbios, pero Raskólnikov bien podría ser definida con palabras que Onetti utilizó para explicar lo que hacía en Marcha, la legendaria revista uruguaya fundada por Quijano: “armar una columna de alacraneo literario, naciona-lista y antiimperialista”. Raskólnikov es algo de eso y más. Queremos que sus páginas se conviertan en un espacio de producción, experimentación, discusión y divulgación del arte profundamente enraizado en lo social.
Por otra parte, no está de más aclarar (si nuestro nombre aún no lo hizo) que somos obstinados –y seguramente arcaicos para los nuevos estetas del canon literario– de-fensores de ciertos valores de la inconclusa modernidad a pesar de la barbarie del siglo XX y el desmadre de la razón positivista.
Somos de las filosofías del movimiento, como diría José P. Feinman. Nos sumamos a las barricadas de Heráclito y Prometeo confiando en que el cambio es posible, sabiendo que la historia deviene, se transforma, y que para eso es justo e imperante robarle el fuego a los dioses.
Buenos Aires es otra, Argentina es otra. Ya ocurrieron las jornadas de diciembre y por todos lados surgen organizaciones barriales, comedores, emprendimientos coope-rativos, reapertura de fábricas en manos de sus obreros... En fin, movimiento, mucho movimiento que posibilita cambios (posibilita, no asegura). Raskólnikov nace bajo estas coordenadas y a horas –si no logramos impedirlo– de otro sanguinario western norteamericano.
Si el siglo que acabamos de concluir fue el siglo de la barbarie, del demonio, que enterró a la modernidad pariendo estos tiempos de escepticismo, de no-verdad, de conformismo acrítico, el que comienza parece irle en zaga. Así venimos escuchando a los alegres propagandistas del final de la historia que, aferrándose a la inmovilidad, exclaman como eunucos que la historia fue siempre una y que debe seguir de ese mo-do. “Si total pobres hubo siempre”. Mientras tanto, algunos estetas locales lloran por-que la burguesía nacional no invierte en (su) arte.
Si la historia de los hombres es la historia de la trascendencia de sus límites, en-tonces crucemos los límites criminales que nos impone la sociedad de consumo como a espectadores pasivos, y hagamos un mundo para todos.

Febrero de 2003

Comentarios

Entradas populares de este blog

Tiempos de perros

¿Nunca una novia, nunca una amiga? dijo Don Braulio con una sonrisa. Siempre solo… No es bueno trabajar tanto, continuó ante el silencio de Tadeo que no supo que responder. El joven estaba incómodo y sorprendido. El viejo percibió el malestar, la incomodidad que había generado y cambió de tema. Espéreme un minuto. No se vaya que le compré algo le dijo palmeándole el hombro. Tadeo sonrió y metió las manos en los bolsillos del pantalón. Esperó. Acá le traje. No es mucho pero bueno, es por la paciencia que me tiene. No es nada, Don. No se preocupe, agradeció Tadeo y se despidió con otra sonrisa. Tadeo no hablaba mucho. Apenas saludaba a los vecinos y parecía siempre ensimismado. No sabíamos mucho de él: salía temprano, antes del amanecer y regresaba pasado el mediodía. Algunas tardes lo vimos salir a hacer las compras. Con el único que se paraba a conversar era con el viejo de la esquina y luego, enseguida a su casa. Cuando llegó el sábado, alrededor del mediodía, el calor era in

"No me interesa el arte o la literatura para pocos" // entrevista del suple Fractura de la Agencia Paco Urondo.

Carlos A. Ricciardelli nació en la ciudad de Buenos Aires en 1973. Es docente y autor de varios libros de ficción, entre ellos:  Piedras contra un vidrio  (1998),  Las recónditas ganas de quedarme aquí  (2014),  Fiebre  (2020) y la antología de relatos prehistóricos  El quinto elemento  ( 2 016). Su último libro de relatos es  Rabia  (2022), de la colección Tinieblas de  Clara Beter ediciones .  Rabia  tiene 11 relatos breves y crueles con escenarios en la periferia de la ciudad: los alrededores del Riachuelo, los conventillos, el barrio de Pompeya, los pasillos de la villa, las canchitas. También hay un pueblo del norte en la montaña y la ciudad de Goya, en Corrientes, a orillas del Paraná. Los personajes en su mayoría viven en la marginalidad y hay uno recurrente, Martín Rilli, que también aparecía en el libro  Fiebre . El clima es muchas veces opresivo dado por las escenas de violencia, en esa “ciudad infernal de cuerpos dolidos”. Las imágenes y lo sensorial impregnan textos como “O

La mujer del gato

El siguiente texto pertenece al libro Las recónditas ganas de quedarme aquí...   publicado por Publicaciones del sur en 2014. Es, uno de los cuentos más viejos que escribí. Su origen data de fines del siglo pasado, invierno de 1999.   La mujer del gato Un llamado; apenas unas pocas y certeras palabras alcanzaron para derribar la frágil seguridad construida en los últimos meses. No respondió, no pudo, y tampoco la dejaron. Las filosas palabras fueron penetrando una tras otra, con lentitud y calma, hasta devorarla de miedo. No esperó a las primeras luces. La historia volvía, otra vez, al punto de partida, como si fuese un infinito disco rayado. De sus pertenencias –algunas pocas ropas y un par de libros robados a lo largo de su pequeña vida– agarró sólo un bolso y el gato. Un viejo animal que llamó Edgardo y rescató de los siempre crueles juegos infantiles. Dejó el hotel en silencio, y algo de plata sobre la cama. Encendió su primer cigarrillo en semanas y llenó sus p