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Verano del 2011




Entre tanto calor sofocante y algunos chapuzones, voy dedicando mis días a diversas lecturas esperando el mágico llamado de las musas. He escrito algunas páginas ya, pero vivo los momentos previos, alimento mis horas esperando la combustión. Entretanto me regocijo en la fructífera lectura de Oscar Terán y sus excelentes Diez lecciones iniciales, 1810-1980 de historia de las ideas argentinas. Un gran libro elaborado a partir de sus largos años de profesor en la UBA, en la cátedra de Pensamiento Argentino y Latinoamericano de la Facultad de Filosofía y Letras. Un libro ameno y profundo. Aquí transcribo algunos conceptos que nos ayudan a pensarnos como sujetos políticos que somos:

(…) para Rousseau “no es el individuo, sino la voluntad general, la que tiene determinados derechos fundamentales”. No es la sociedad (en tanto sumatoria de individuos) sino la comunidad (como unidad, como pueblo-uno) la que es depositaria y a la que pueden atribuirse los derechos naturales, y por ende, la libertad. (…) hay un predominio de lo cívico que encuentra su afirmación de la legitimidad fundada en la soberanía popular. En cambio, en el liberalismo de raíz inglesa hay un predominio de la libertad individual y prevenciones ante el despotismo de la mayoría. El primero (liberalismo francés) pone el acento en la igualdad y el segundo en la libertad individual.
Por lo tanto, agregará varias páginas más adelante, (…) la democracia no es un concepto que se deduzca del liberalismo (…) ya que muchas veces a lo largo de la historia el liberalismo ha considerado que la igualdad conspira contra la libertad y otras veces, la igualdad conspira contra el orden.

Haciendo una pausa en la lectura de Terán y luego de buscar infructuosas noticias –tanto en la web o como en los periódicos- sobre Huracán, quedé atrapado por el inteligentísimo artículo del sociólogo Horacio González, actual director de la Biblioteca Nacional. González realiza una detenida lectura sobre el reciente nobel literario Mario Vargas Llosa y su última novela (casualmente editada semanas después de recibir “el máximo galardón”), El sueño del celta. El artículo es imperdible Vargas Llosa y el liberalismo. Cito aquí algunas líneas: (…) sus personajes, como en casi todas sus novelas, (…) son sujetos inocentes que poco a poco ascienden a la cima de un poder que es sectario y demoníaco. Son tratados (…) luego en los foros liberales de forma tal que son enviados al cadalso. (…) el ciudadano liberal cosmopolita Mario Vargas Llosa condena los temas y personajes de las novelas del escritor peruano Mario Vargas Llosa. El análisis sigue y la polémica se enriquece.

Bien amigxs, esto es apenas un señuelo, un intento de seducción…

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