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Antes de los brindis, pensaré también en ellos

 

 


 

 

Durante el otoño, del año que termina, se cumplieron 30 años de las muertes de dos de los escritores que más horas de felicidad y desvelo me regalaron.

Buk muere el 30 de marzo de 1994 a los 74 años y el Viejo, a los 85 el 30 de mayo. Bukowski desarrolló a lo largo de su turbulenta vida distintos géneros literarios destacándose por su mirada cruda ante los perdedores del "sueño americano". Escribió desde siempre poesía y tuvo muchos y malos empleos. Apostador de carreras de caballo, recién a los 50 años renuncia a su trabajo de cartero para dedicarse a escribir su primera novela. 

Recuerdo la tarde en que recibí la noticia de la muerte de Onetti. En ese entonces trabajaba en un almacén de San Cristóbal y una tarde me llegó la noticia en las hojas arrugadas del diario Crónica. Recién empezaba a leerlo en un libro comprado en la feria del parque Rivadavia: Juntacadáveres, en donde su protagonista, el cincuentón Larsen, sueña con la creación del prostíbulo ideal en la naciente Santa María.  

De la muerte de Bukowski me enteré poco después, la misma noche en que lo leí por primera vez, en la casa de otro amigo en el barrio de La Boca.

Fueron lecturas febriles. Iniciáticas de mundos que jamás abandoné. Lecturas a las que vuelvo casi todo el tiempo, buscando inspiración o sabiduría, como a las aguas sagradas de un manantial inextinguible.



De Bukowski me llega la forma simple y cruda conque mira a los hombres y mujeres, medita y crea frases, poemas de profunda belleza. De Onetti… uf!  La búsqueda constante, empecinada, por sobrevivir a la crueldad de este mundo a través de la invención desenfadada de historias alternativas, posibles, que nos rescaten de la estupidez y el fracaso. Lean “El posible Baldi” cuento de 1936.  

Chinasky –el gran Bukowski- escribía en una carta, en 1963: “me alegro de que se me acuse de indómito, me alegro de no pertenecer a ninguna escuela ni movimiento, lo sabes de sobra porque no te quedas en lo superficial. Me pasé horas en la biblioteca en compañía de Schope[nhauer] y Ari[stóteles] y Platón y los demás, pero cuando se te clavan los dientes de la vida, uno no está para meditar con calma”.

“Todo es inútil y hay que tener por lo menos el valor de no usar pretextos. Escribo para mí. Para mi placer. Para mi vicio. Para mi propia condenación.” Dijo alguna vez Juan Carlos Onetti.

Admirador de Céline, de su novela "Viaje al fin de la noche" y de la obra de Faulkner, Onetti creó un universo que no deja de expandirse y resignificarse con cada nueva lectura. Fue, junto con Rulfo, uno de los precursores del boom latinoamericano. 

Sobre Bukowski hay algunas películas no muy buenas "Bartfly" y "Locura ordinaria" se pueden ver y el documental "Nacido para esto" de 2003.

En estas fiestas, cuando alcemos las copas, volveré a pensar en ellos. 

Salud, maestros.

 

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