Martín soñó con extrañas bestias doradas. Pequeñas manadas surcando praderas extensas, lagunas y pastizales. Búfalos jóvenes de melena espesa trajinando campos y helados inviernos. Algunos kilómetros hacia el oeste, Nehuén albergó durante noches enteras a resplandecientes bisontes apareándose en las orillas del Mississippi. Desgarrando la noche en roncos bufidos, en sueños distintos, lejanos. Nehuén y Martín no se conocen. Sin embargo el sueño se vuelve espeso, recurrente. Se expanden las bestias en sus cuerpos como en enormes praderas y sudan en las noches olores lejanos, salvajes.
Bitácora de Carlos A. Ricciardelli // palabras/imágenes/arte -desde este lado del mundo.