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Mostrando entradas de enero, 2010

Para mi dulce consuelo

Onetti , autor de las novelas El pozo (1939) y La vida breve (1950) , verdadera bisagra en la literatura del siglo XX. Buscando unos malditos papeles, metido entre el polvo y el bochorno de fin de año encontré casi sin buscar unos viejos suplementos culturales de Página 12. Suplementos de los viejos tiempos en donde se llamaba Primer Plano en el indisimulable homenaje a la vieja y sesentista revista argentina. Junio del 94, acababa de morir en Madrid Juan Carlos Onetti y el suplemento titulaba Onetti por Onetti debajo de un dibujito de Rep donde mostraba el alma del viejo ascendiendo desde su cama al cielo. No faltan en el dibujo los libros, la botella de whisky, ni el humo subiendo de un cigarrillo a medio fumar. Quince años, pensé; cien de su nacimiento. Metido en la cama y como estaba, desnudo junto a mi compañera, estiré el brazo y manoteé de la pila de libros y papeles por leer (aumentan día a día acumulando tierra e impotencia) el suplemento cultural. Entonces, fue imposible sol
Sí en ronda de amigos se me impusiera la desesperada tarea de contar tu belleza, sonreiría con entusiasmo y emprendería una empresa destinada al fracaso. No encuentro forma de hacerlo. No hay modo. Pediría paciencia y espacio en la mesa para garabatear. Intentar dibujarte. Trataría de atrapar algunos rasgos, algunas líneas... Trabajaría con tinta china, pluma y canson blanco. Trazaría sólo algunas marcas, intentaría narrarte de perfil, de tres cuarto. Algunas pocas líneas dibujando o intentando definir límites, contornos difusos. Pondría el acento en tus ojos, los haría profundos y fuertes, como otro lugar por donde entrar en vos. Pasarían las horas y continuaría intentando, tropezando y corrigiendo, en el afán torpe y loco de tenerte, de atraparte...