Ir al contenido principal

Poemas del desasosiego / palabras de la desesperación

 


1

Bajo mi piel se acumulan los días malgastados, los días heroicos y aquellos pícaros que arrancan sonrisas y abren diálogos en las madrugadas. Bajo la piel se acumulan historias que van creciendo con los años. Se alimentan de nosotros, de nuestras entrañas como los parásitos de los sueños y crecen, crecen...

¿Sentís?

¿Escuchás?

¿Escuchás cómo raspan?

 

2    

Era como las olas en verano,

dijo mirándome a los ojos.

Hizo una pausa, le dio un trago a su botella y continuó:

La deseaba con intensidad, con la piel ardiente

y la furia en los ojos.

Después, vino el escozor,

el asombro en la piel,

las huellas de sal a lo largo del cuerpo.

Casi, casi como en una larga jornada de amor.

 

3


Apenas pude mirarte a la cara y cuando le di otro trago a la botella buscando aflojar ese nudo que tenía en la garganta para intentar hablar, decirte algo,

Martín apretó el acelerador.

Quedé duro, viendo como te alejabas, clavada en la esquina en medio de la madrugada.

 

4     

Perdí las botellas con las que acomodaba el tiempo

¿Sabés?

Y ahora grito como un condenado

y nadie responde, nadie.

¿Quedaron en tu casa? ¿Arrumbadas al lado de la cocina?

Las noches corren con la velocidad de las tormentas

que aúllan y

los lobos se desprenden de las lluvias

en busca de sangre.

Manadas de lobos sobre el asfalto

y grito,

grito como un endemoniado

buscando las botellas que perdí en el naufragio.

  




Comentarios

Entradas populares de este blog

Llueve en el barrio

  Llueve en mi barrio y las aguas que bajan por zanjas arrastran papeles,   un cuaderno de tapas verdes, paraguas rotos, los goles del domingo y algún beso que el viento tumbó en su viaje. Llueve en Parque Patricios y el agua penetra en las grietas y llega hasta el alma. Llueve en el barrio. Llueve en el mundo. La tormenta sacude los árboles y a   las canciones que suenan en los teléfonos. Llueve en mi barrio, en Donbáss   y en Palestina. Llueve, y los chicos sin nada se llenan de hambre, se llenan de agua. ¿Serán las gotas, las lágrimas, la sal? Llueve en mi barrio que es decir llueve en el mundo. El agua se arremolina con furia, entre los adoquines,   veo un puño que sube, que sale del barro y crece desde la zanja y los barros de la Semana Trágica y crece. Hay mil fantasmas que recorren/caminan mi barrio. Don Miguel apurado y Carmelo, pasa Antonia, la Teresa y Bartolo… los pibes de las ranas cazando ...

Heráclito de Efeso

Heráclito de Éfeso Jorge Luís Borges Heráclito camina por la tarde De Éfeso. La tarde lo ha dejado, Sin que su voluntad lo decidiera, En el margen de un río silencioso Cuyo destino y cuyo nombre ignora, Hay un Jano de piedra y unos álamos. Se mira en el espejo fugitivo Y descubre y trabaja la sentencia Que las generaciones de los hombres No dejarán caer. Su voz declara: “Nadie baja dos veces a las aguas Del mismo río” . Se detiene. Siente Con el asombro de un horror sagrado Que él también es un río y una fuga. Quiere recuperar esa mañana Y su noche y la víspera. No puede. Repite la sentencia. La ve impresa En futuros y claros caracteres En una página de Burnet. Heráclito no sabe griego. Jano, Dios de las puertas, es un dios latino. Heráclito no tiene ayer ni ahora. Es un mero artificio que ha soñado Un hombre gris a orillas del Red Cedar, Un hombre que entreteje endecasílabos Para no pensar tanto en Buenos Aires Y en los rostro...

A propósito de CAPITALOCENO de Carlos Ricciardelli, texto de Soledad Gómez Novaro

  Capitaloceno , narrativa de lo inhóspito   Esta nueva obra de Carlos Ricciardelli , editada por Clara Beter pone a nuestro alcance una serie de relatos que nos incomodan, nos interpelan. Capitaloceno es un libro de lo inhóspito. Inhóspito en lo espacial, donde la naturaleza responde con toda su fuerza a la destrucción que viene gestándose por la acción del sistema capitalista en su búsqueda de producción, acumulación y consumo a cualquier precio. Libro inhóspito, también, desde lo humano donde el desamparo es la vía que transitan los personajes para encontrarse unos instantes hasta que vuelva el desencuentro. Todo este juego de tensiones se amalgama en una constante que se sostiene en cada uno de los textos: el acto de escribir. Se desarrollan, de esta manera, tres grandes ejes temáticos: la naturaleza, lo humano en su tensión desamparo – búsqueda de encuentro y la escritura. Carlos A. Ricciardelli leyendo un fragmento de Capitaloceno en el Cátulo. El libro se inicia ...