Una pandemia que se extiende y contagia uno a uno los cuerpos. Empezó,
parece, en China y se disparó por Europa, América y África. El corona virus
contagia los cuerpos de un planeta enfermo de capitalismo.

La información que circula a nivel mundial sobre
políticas y cifras de infectados de corona virus (a pesar de su manipulación)
empieza a dejar algunas enseñanzas que deberíamos tener en cuenta si
pretendemos continuar habitando este hermoso planeta durante mucho tiempo
más.
La reacción de los distintos gobiernos ante la expansión
de la pandemia fue distinta pero previsible si se presta un poco de atención a
la historia política y cultural de cada pueblo. Por un lado aparece China,
Rusia y Corea, otro grupo es el europeo y un tercer sector liderado por EEUU,
Inglaterra (aunque empezó a cambiar) Chile y el Brasil de Bolsonaro al que
sumamos Ecuador.
Una de las observaciones rápidas muestra como la pandemia,
lejos de fortalecer los bloques regionales como la Comunidad europea, Nafta,
Unasur, Comunidad andina, etc. los debilitó. Cada Estado nación disparó -casi
con el mismo pánico con que las pequeñas burguesías (clases medias) corrieron a
comprar alcohol en gel y papel higiénico para acuartelarse en sus casas- sin
coordinación y consulta para diversos lados. Algunos se rieron del miedo del
otro e impulsaron la ignorancia y “a seguir viviendo/consumiendo como siempre”.
Otros dispusieron distintos niveles de cuarentenas y cierres de fronteras para
impedir el movimiento de personas con el maldito virus y así frenar la
propagación. Claro que es lógico. El problema con éstas medidas son siempre el
cómo se hacen. Sabemos que no es lo mismo el aislamiento obligatorio en las
barriadas populares que en los pisos de Palermo, Belgrano, en countris o casas
de fin de semana.
En Argentina y en el mundo, el virus disparó el miedo y,
cómo ya fue de dicho, no hay nada peor que un burgués asustado. El clasemedia
asustado no sólo aumenta su pánico al otro sino que lo redirecciona y lo
concentra en “el irresponsable que sale de su casa” sin tomarse nunca el trabajo
–por pereza clasemediera y por el estupor
que provoca el miedo- de pensar por qué esa persona tuvo que salir y
moverse. El pensador coreano Byung-Chul
Han es pesimista sobre el futuro post corona virus:
“El virus no vencerá al capitalismo. El virus nos aísla e
individualiza. No genera ningún sentimiento colectivo fuerte. De algún modo,
cada uno se preocupa solo de su propia supervivencia. La solidaridad consistente
en guardar distancias mutuas, no es una solidaridad que permita soñar con una
sociedad distinta, más pacífica, más justa.”
Al finalizar
este estado de excepción de producción capitalista “China exhibirá la superioridad de
su sistema aún con más orgullo. Y tras la pandemia, el capitalismo continuará
aún con más pujanza. Y los turistas seguirán pisoteando el planeta. El virus no
puede reemplazar a la razón. Es posible que incluso nos llegue además a
Occidente el Estado policial digital al estilo chino. Como ya ha dicho Naomi
Klein, la conmoción es un momento propicio que permite establecer un nuevo
sistema de gobierno. También la instauración del neoliberalismo vino precedida
a menudo de crisis que causaron conmociones. Es lo que sucedió en Corea o en
Grecia. Ojalá que tras la conmoción que ha causado este virus no llegue a
Europa un régimen policial digital como el chino. Si llegara a suceder eso,
como teme Giorgio Agamben, el estado de excepción pasaría a ser la situación
normal. Entonces el virus habría logrado lo que ni siquiera el terrorismo
islámico consiguió del todo.”
Terrible. El capitalismo, mal que nos pese, continuará
teniendo cuerda para rato. Es más, la pandemia le viene como anillo al dedo a
pesar del parate económico que parece sacudirlo todo como nunca antes. El
maldito virus se encarga de limpiar a cientos de miles que ya estorban o ponen
palos en los viejos y oxidados engranajes manchados de sangre del capitalismo.
¿A quiénes se está llevando la pandemia?
En primer lugar a los mayores de 60 años, que si bien
pertenecen por el momento a los sectores más acomodados de las distintas
sociedades son un gasto para la maquinaria capitalista. Y de a poco, como el aceite,
se expande a otros grupos sociales… ¿y dónde golpeará con mayor fuerza?
Cuando esto pase, las frías cifras develaran las dudas,
sí las hay.
El capitalismo se librará mayormente de aquellos que
considera improductivos: mayores y trabajadores (ocupados y desocupados) extremadamente
pobres por su condiciones habitacionales y salubridad.
Cuando todo esto termine cada modelo de sociedad mostrará
con cuánto éxito atravesó la crisis sanitaria y económica. Sin embargo, ya se
comienza a ver como aquellas sociedades que sostuvieron y fortalecieron los sistemas públicos de
salud y lograron empalmarlos con dinámicas políticas sociales lograron que el
cumplimiento del “quedate en tu casa/barrio” sea altamente eficiente en la
lucha contra la propagación del virus y el cuidado de la vida. Mientras que
aquellos países que abrazaron históricamente el liberalismo más extremo, el
comportamiento gubernamental se expresó
en el “sálvese quién pueda” y cuando sus líderes advirtieron el costo en vidas
y en dinero, las medidas tomadas como “salvedad extrema” llegaron tarde para
decenas de miles.
"Los
estados nacionales tratan de enfrentar la situación epidémica respetando al
máximo los mecanismos del Capital, aunque la naturaleza del riesgo los obliga a
modificar el estilo y los actos de poder", postula Badiou.
No sólo se trata de vidas humanas. Con apenas alrededor
de un mes de parate de” la maquinaria capitalista” en un poco más del 60 % del
planeta, éste comienza a lucir mejor. Algunos ambientalistas afirman que se
redujeron a un poco más del 50% las emisiones de carbono a la atmósfera, que
algunos cursos de agua comienzan a verse más saludables con la presencia de
fauna acuática que estaba desaparecida de esos lugares. Hasta se calcula que el
nacimiento de algunas especies de tortugas marinas aumentará considerablemente…
Sí al leer éstas últimas líneas te despierta alegría el
reverdecer de la naturaleza no te vuelves un insensible ante la predación del
corona virus. Es sólo la confirmación de que el estado de cosas global (modelo
neoliberal imperante del sistema capitalista) puede (y debe)ser modificado por
el bien nuestro, de nuestros hijos, de los animales, de las plantas y el
planeta todo. Es imperioso impulsar (lógicamente aggiornado) un estado
interventor que reduzca la producción de bienes suntuosos e innecesarios, reducir
las jornadas laborales, terminar con el lucro financiero, fortalecer los
sistemas sanitarios públicos y transformarlos en derechos inherentes de la
humanidad. Y establecer, por qué no, feriados por la Madre Tierra. En donde,
con tiempo y calma, se planifique un conjunto de días no laborables para
oxigenar el planeta. Podían ser 10 días corridos por semestre de forma
obligatoria y global.
No propongo nada nuevo. Es la nueva versión del “tercio
de tierra” descansando en la rotación de cultivos, el “séptimo día”
judeocristiano del 7x7, o los carnavales campesinos del comienzo de los
tiempos… Los ambientalistas y expertos podrán mejorar la propuesta.
¿Hay que esperar una pandemia para formularnos otro mundo posible? ¿Habrá otra posibilidad de movilizarnos que no sea el miedo? Esperemos encontrarla. Muy bueno el texto y la preocupación que plantea. Acaso la tragedia sirva al menos para despertar otros interrogantes. En un mundo hiper homogeneizado, no es poco hacerlos que despierten.
ResponderEliminarEsta pandemia produce miedo que inmoviliza a muchos o, por el contrario, movilizan odios buscando chivos expiatorios. Sin embargo, hay otros que comienzan a pensar que este mundo así no va más. Hay que cambiarlo si queremos habitarlo por más tiempo.
ResponderEliminarCarlitos querido!! me tome el tiempo para leer el artículo, genial!! no lo enviaste a algún medio?? clarísimo, me encanto
ResponderEliminar"Los estados nacionales tratan de enfrentar la situación epidémica respetando al máximo los mecanismos del Capital, aunque la naturaleza del riesgo los obliga a modificar el estilo y los actos de poder" 👏👏
Gracias Raly! Abrazo.
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