Se tambaleó al ponerse de pie y desparramó sobre la mesa los restos de comida, bollitos de papel de servilletas y cáscaras de maní. Meneó la cabeza como queriendo afirmar su torpeza y sonrió cómplice a los presentes, como si supieran de antemano cuales serían sus palabras. Nos conocemos , pensó y paseó la vista sobre algunas caras entrañablemente queridas. Las sonrisas se volvían carcajadas, aparecían algunas muecas y un que otro silbido lo animaban a hablar. De a poco se hizo silencio. - Hasta que desaparezca el Imperio –dijo y alzó la jarra de cerveza. - ¡Qué así sea! –celebró Max y agregó después de un brevísimo silencio- Qué todas sus tierras y malditas ciudades sean arrasadas hasta la última piedra. - ¡Y le echaremos sal! - Y la declararemos tierra maldita. - ¡Por siempre! –gritaron juntos haciendo chocar las jarras y salpicándose de cerveza. 2 - Joy… Joy despierta… Joy. - ¿Qué hora es? ¿Ya es la hora? - No, no. Tuve un sueño, algo raro… - ¿Qu...
Bitácora de Carlos A. Ricciardelli // palabras/imágenes/arte -desde este lado del mundo.