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Decirte algo


¿Puedo decirte algo?

¿Puedo decirte algo?

La repetición de la pregunta inesperada logró devolverme definitivamente a la realidad.
¿Puedo decirte algo? Insistió la voz de niña. Di media vuelta en la cama y alcancé a verla entre la todavía débil claridad de la mañana. La noche había sido corta y algo difícil. Sin embargo, cuando reiteró la pregunta la reconocí de otro encuentro. Me alegró verla: Sí, claro; respondí.

La esfera de la señorita Mei, continuó mientras abría grande los ojos y movía sus manos, baja por un costado cuando nadie la ve. ¿Sabías? Cuando nadie la ve. No es grande como una pelota de fútbol. No. Es una esfera roja que tiene crisálidas pequeñas. Dijo y me miró fijo, con atención.  Y cuando las crisálidas se hacen mariposas pequeñas y vuelan todas juntas la esfera roja va de un lado para otro.

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¿Escuchaste?

Sí, sí. Escuché.

¿Escuchaste que la señorita Mei tiene una esfera de mariposas monarcas?

Sí.

Mariposas con alas de color naranja que a veces se meten en los sueños de las personas.

No sabía…

A vos te pasó.

¿A mí?  ¿Qué cosa me pasó? Dije sentándome en la cama y buscando una vincha para correrme el pelo de la cara. Manoteé en la mesa de luz y tiré un libro que tenía a medio leer. Me corrí el pelo.

¿No te acordás? ¡Te pasó! Que dormías con elefantes que estaban dibujados en inglés. ¿Te acordás? Yo me acuerdo. Y a uno de los elefantes  le salían las mariposas monarcas por la trompa… era muy divertido…

No me acuerdo…

¿No te acordás? ¿No?

No me acuerdo las cosas que sueño. A veces duermo mal y me pongo de mal humor porque termino más cansado que antes de acostarme… No sé… La niña se puso seria y me miró como disgustada, como no pudiendo creerme lo que le contaba. Se llevó las manos a la espalda y arqueó las cejas. Se había pintado los parpados de verde y celeste. Uno de cada color. Era gracioso verla.

Entonces… ¿No te acordás? Repitió.
El elefante era chiquito, de color azul y vos dormías a su lado. Continuó hablando con las manos en la espalda como si estuviese recitando una lección. Me senté en la cama, crucé las piernas y me acomodé contra el respaldo. Cuando las mariposas monarcas comenzaron a salir por la trompa, el elefante estornudó y vos te despertaste. Entonces viste. Viste una mariposa que era casi gigante, mucho más grande que las otras mariposas que seguían saliendo por la trompa. La mariposa monarca volaba de un lado a otro y de pronto se paró junto a vos y abrió las alas naranjas. Las alas naranjas tenían manchas negras. Un dibujo en las alas naranjas. El dibujo  se parecía a tu mamá… Y entonces te pusiste a llorar.

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