El
mundo es un lugar horrible, dice mientras la miro encender
otro cigarrillo.
Es
un lugar horrible, repite y agrega “inhóspito” con una mezcla de tristeza y bronca. Entonces, me mira sacudiendo
la cabeza como diciendo no y me escucho decir táctica y estrategia, ser paciente y estudiar los tiempos…
Es
que mi entusiasmo asusta, ¿entendés?
agrega, interrumpiendo y me sorprende eso del
entusiasmo que asusta y entonces me voy un rato quedándome ahí, en la mesa del
bar.
Y pienso en entusiasmos y sustos, y no encuentro forma
de no pensar en ella. Justo en ella que está ahí enfrente y mueve las manos
para explicar mientras sus ojos rojos se abren camino entre el humo y los
rulos.
Estuvo llorando.
Siempre llora cuando la invade la bronca, la
impotencia.
Es
horrible… o yo soy muy purista alcanzo a escuchar
mientras sacude la cabeza y
tuerzo un poco la cara como asintiendo, compartiendo
las ideas.
Y entonces, como un aluvión incontenible me invade
un deseo enorme de mar,
de sol rebotando en la piel, de hilitos de sudor en
su vientre,
de limón en su boca…
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