El siguiente texto pertenece al libro Las recónditas ganas de quedarme aquí... publicado por Publicaciones del sur en 2014. Es, uno de los cuentos más viejos que escribí. Su origen data de fines del siglo pasado, invierno de 1999.

La mujer del gato
Un llamado; apenas unas
pocas y certeras palabras alcanzaron para derribar la frágil seguridad
construida en los últimos meses. No respondió, no pudo, y tampoco la dejaron.
Las filosas palabras fueron penetrando una tras otra, con lentitud y calma,
hasta devorarla de miedo.
No esperó a las primeras
luces. La historia volvía, otra vez, al punto de partida, como si fuese un
infinito disco rayado.
De sus pertenencias
–algunas pocas ropas y un par de libros robados a lo largo de su pequeña vida–
agarró sólo un bolso y el gato. Un viejo animal que llamó Edgardo y rescató de
los siempre crueles juegos infantiles.
Dejó el hotel en silencio,
y algo de plata sobre la cama. Encendió su primer cigarrillo en semanas y llenó
sus pulmones de humo. De lejos y con los primeros fulgores el hotel no le
pareció tan feo. Comenzaba a sentir nostalgia, como si una mano le apretara
suave la garganta. Con el bolso en los hombros y el gato entre los brazos
camino despacio hasta la estación. Allí, sacó un boleto para el primer tren. No
preguntó el destino ni la hora, no importaba. Ya conocía de memoria la historia
que volvía a escribir.
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