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Ítaca, nuestra Ítaca...

Hace pocos días, en un acto de fin de curso, una compañera docente leyó un bellísimo poema de Constantino Cavafis para despedir a los jovencísimos egresados de la escuela.
Versos conocidos hace muchos años gracias otra maestra que,
tal vez -¿cúando lo sabremos?- haya conocido su Ítaca...  


 
Ítaca
Cuando emprendas tu viaje a Ítaca
pide que el camino sea largo,
lleno de aventuras, lleno de experiencias.
No temas a los lestrigones ni a los cíclopes,
ni al colérico Poseidón,
seres tales jamás hallarás en tu camino,
si tu pensar es elevado
,
si selecta
es la emoción que toca tu espíritu y tu cuerpo.
Ni los lestrigones ni a los cíclopes,
ni al fiero Poseidón encontrarás,
si no los llevas dentro de tu alma,
si tu alma no los coloca ante ti.

Desea que sea largo el camino.
Que sean muchas las mañanas estivales
en que con qué alegría, con qué gozo
arribes a puertos nunca antes vistos,
deténte en los emporios de Fenicia,
y adquiere mercancías preciosas,
nácares y corales, ámbar y ébano,
y perfumes sensuales de todo tipo,
cuántos más abundantes perfumes voluptuosos puedas.
Ve a ciudades de Egipto, a muchas,
aprende y aprende de sus sabios.

Ten siempre a Ítaca en tu pensamiento.
La llegada allí es tu destino.
Pero no apresures tu viaje en absoluto.
Mejor que dure muchos años,
y ya anciano recales en la isla,
enriquecido con cuanto ganaste en el camino,
sin aguardar a que Ítaca te enriquezca.

Ítaca te dio tan hermoso viaje.
Sin ella no habrías emprendido el camino.
Pero no tiene más que darte.
Y si pobre la encuentras, Ítaca no te engañó.
Así sabio como te has vuelto, con tanta experiencia,
comprenderás ya qué significan las Ítacas.


                                                            Constantino Cavafis (1863 - 1933). Alejandría.

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