Ir al contenido principal

Si esa moneda hablara... más de la cuenta

Lo despertaron unas moscas zumbonas, revoloteándole por la cara y manoteó un par de veces frente a las luces del día. La dolía la espalda, el cuello. Se había quedado dormido en la orilla del riachuelo. Unos ladridos terminaron de despabilarlo y lo devolvieron otra vez a las calles del barrio. Estaba cansado. Tenía hambre. Pasó por la Iglesia y saludó a las viejas que se acercaban a escuchar la misa del padre Pepe. Sonrió a unos pibitos que pasaron corriendo y siguió hasta la otra esquina.
¿Dónde estará el pibe? Pensó de pronto.
Aprovechó la mañana y se fue para La tacita. Ahí estaba la Tere limpiando la cocina. El desayuno había terminado.
¿Tomamos unos mates? Le dijo Rilli después de saludarla con dos besos, uno por mejilla, como le habían enseñado.
¡Dale! ¿Por dónde andabas? Tan perdido…
Rilli sonrió y le alcanzó el primero de una larga serie de mates. Comió algunos chipacitos que le alcanzó la Tere y le contó del baile y que había visto a Marina con el gordo.
Y sí… Vos sabés como son las cosas.
Matearon un rato en silencio hasta que la Tere terminó de limpiar y ordenar todo, las cacerolas, lecheras y baldes. Se despidieron con un abrazo y la promesa de verse pronto. El mediodía se había instalado con un aire fresco y limpio; luminoso. Martín sonrió ante la tibieza del sol que daba en su cara. Los mates le habían sentado bien y la luminosidad del día lo había puesto de muy buen humor.
Compró una botella de agua y se fue para la plaza. Cruzando la avenida tomó un par de tragos y decidió que iba a tumbarse en el pasto y echarse a dormir.

Comentarios

Entradas populares de este blog

"No me interesa el arte o la literatura para pocos" // entrevista del suple Fractura de la Agencia Paco Urondo.

Carlos A. Ricciardelli nació en la ciudad de Buenos Aires en 1973. Es docente y autor de varios libros de ficción, entre ellos:  Piedras contra un vidrio  (1998),  Las recónditas ganas de quedarme aquí  (2014),  Fiebre  (2020) y la antología de relatos prehistóricos  El quinto elemento  ( 2 016). Su último libro de relatos es  Rabia  (2022), de la colección Tinieblas de  Clara Beter ediciones .  Rabia  tiene 11 relatos breves y crueles con escenarios en la periferia de la ciudad: los alrededores del Riachuelo, los conventillos, el barrio de Pompeya, los pasillos de la villa, las canchitas. También hay un pueblo del norte en la montaña y la ciudad de Goya, en Corrientes, a orillas del Paraná. Los personajes en su mayoría viven en la marginalidad y hay uno recurrente, Martín Rilli, que también aparecía en el libro  Fiebre . El clima es muchas veces opresivo dado por las escenas de violencia, en esa “ciudad infernal de cuerpos dolidos”. Las imágenes y lo sensorial impregnan textos como “O

Tiempos de perros

¿Nunca una novia, nunca una amiga? dijo Don Braulio con una sonrisa. Siempre solo… No es bueno trabajar tanto, continuó ante el silencio de Tadeo que no supo que responder. El joven estaba incómodo y sorprendido. El viejo percibió el malestar, la incomodidad que había generado y cambió de tema. Espéreme un minuto. No se vaya que le compré algo le dijo palmeándole el hombro. Tadeo sonrió y metió las manos en los bolsillos del pantalón. Esperó. Acá le traje. No es mucho pero bueno, es por la paciencia que me tiene. No es nada, Don. No se preocupe, agradeció Tadeo y se despidió con otra sonrisa. Tadeo no hablaba mucho. Apenas saludaba a los vecinos y parecía siempre ensimismado. No sabíamos mucho de él: salía temprano, antes del amanecer y regresaba pasado el mediodía. Algunas tardes lo vimos salir a hacer las compras. Con el único que se paraba a conversar era con el viejo de la esquina y luego, enseguida a su casa. Cuando llegó el sábado, alrededor del mediodía, el calor era in

Heráclito de Efeso

Heráclito de Éfeso Jorge Luís Borges Heráclito camina por la tarde De Éfeso. La tarde lo ha dejado, Sin que su voluntad lo decidiera, En el margen de un río silencioso Cuyo destino y cuyo nombre ignora, Hay un Jano de piedra y unos álamos. Se mira en el espejo fugitivo Y descubre y trabaja la sentencia Que las generaciones de los hombres No dejarán caer. Su voz declara: “Nadie baja dos veces a las aguas Del mismo río” . Se detiene. Siente Con el asombro de un horror sagrado Que él también es un río y una fuga. Quiere recuperar esa mañana Y su noche y la víspera. No puede. Repite la sentencia. La ve impresa En futuros y claros caracteres En una página de Burnet. Heráclito no sabe griego. Jano, Dios de las puertas, es un dios latino. Heráclito no tiene ayer ni ahora. Es un mero artificio que ha soñado Un hombre gris a orillas del Red Cedar, Un hombre que entreteje endecasílabos Para no pensar tanto en Buenos Aires Y en los rostro