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Un viaje




El verano avanza y las vacaciones van llegando a su fin. Los días en Uruguay fueron fructíferos y llenos de energía. La potencia afro brota en cada rincón de Montevideo y se manifiesta a pleno en los carnavales y festividades religiosas. El corazón late al ritmo de las lonjas en el barrio Sur y llega hasta las entrañas de todos aquellos que se animan al arrabal.

Llamadas,
Iemanjá y
Juan Carlos Onetti fueron los astros que iluminaron este viaje.

Onetti cumplió cien años en el invierno del 2009, el año de las bestias y la gripe A, y Montevideo se vistió de gala para homenajearlo. No pude viajar en aquel tiempo y lo hice ahora en busca de sus restos, de algún rastro de aquel homenaje. Sin embargo, no hay huellas de todo aquello. No quedó prácticamente nada. Sólo una biografía editada por el Centro Cultural de España en Montevideo y el Teatro Solís en donde reproducen una fotografía de la gigantografía de una foto emblemática ,tomada por el genial Sabat en 1957, de J.C.O en el mismo cubo del Solís.

No, no hay nada, repetían casi con tristeza los distintos empleados municipales a los que acudí ante mis preguntas. No, no se atesoró nada, no se creo ningún museo ni sala. Es que debido a su personalidad nadie se encargó de fomentar una fundación o museo. Con Benedetti, sí.

Hay en esta ciudad un cementerio marino más hermoso que el poema. Y hay o había o hubo allí, entre verdores y el agua, una tumba en cuya lápida se grabó el apellido de mi familia. Luego, en algún día repugnante del mes de agosto, lluvia, frío y viento, iré a ocuparlo con no sé qué vecinos. La losa no protege totalmente de la lluvia y, además, como ya fue escrito, lloverá siempre.
J.C.O



Padre y maestro mágico, gracias.

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