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Vientos


Fin de año
Cubierto de hojas amarillas, crepitando entre las sábanas,
revuelvo el vacío de tu ausencia.
Insomne, inconsciente aún
el zumbido del aparato que ventila no alcanza a despegar los ecos.
Y doy otra vuelta, medio dormido, medio despierto, hasta que dejo mi cara sobre un pedazo de sábana que huele a vos.
Mezcla de perfume y transpiración,
huellas de tu cuerpo.

Allen, el hermano mayor, arrastra colchones llenos de chinches en la madrugada lluviosa
Empujando almohadones grises bajo la llovizna que lava su cabeza

¿Dónde estarás ahora? ¿Habrás llevado tu libro, regalo de Navidad?

Me refriego en tu olor y una gota de sudor cae.
Sudor sobre sudor.

¿Qué hizo después? Cuando quedó solo en medio de la noche rodeado de ausencias
¿Se durmió sobre las tablas del cuarto? ¿Lastimándose la piel húmeda con las astillas?

Allen, el hermano, camina ciego en la madrugada, arrastra sus pies y los mechones grisáceos caen de su cráneo. Camina, ciego y borracho, sin darse cuenta que tras sus pasos venimos nosotros,
anémicos, aullando tras sus despojos.

¿Dónde estarás ahora? ¿Leyendo en la arena, a orillas del mar?
Resoplo y desciendo en las sábanas buscando el sudor de tus piernas.

Mariela

Las ventanas permanecen cerradas sobre los ecos tardíos del año nuevo
Y Mariela inicia al fin la última etapa de su infinita resistencia
Acomoda sus papeles sus libros y apuntes viejos de un sueño
(otro más)
quebrado

A lo lejos se escuchan estampidos secos como las hojas en otoño
Y Mariela continúa al fin la última etapa de su infinita resistencia
Acomoda (ahora en este instante) algunas fotos y pequeños objetos
un corcho una lata de cerveza holandesa postales de cuadros
servilletas dibujadas
dos lapiceras
un lápiz
una goma

acomoda ya su última torre
y se sienta a esperar en el centro de su atalaya

el fuego nace en la cocina
y una brisa oscura agita los plátanos de la casa.



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