El sol todavía brillaba sobre algunos vidrios de los edificios más altos de Palermo cuando terminó la cerveza y arrojó la lata vacía contra uno de los tres cestos de basura que había en la vereda. Y no supo si fue el sonido metálico de la lata o el gesto con la mano extendida que le trajo a la mente el instante en que había abandonado su casa. Viejas historias casi olvidadas se aparecieron de pronto como un nubarrón en medio de la tarde… Se le ensombreció la cara y un gesto aún más duro que el habitual la acompañó mientras caminaba los cincuenta metros que la separaban de la entrada. Apenas saludó con un gesto de cabeza al gigante de la puerta y se dirigió sin detenerse ante los saludos hacia el fondo del salón, a los camarines. Abrió la puerta pintada con una estrella roja y de golpe la envolvió un olor a perfumes conocidos. Mezclas de inciensos, fragancias florales y porro. Un par de botellas semivacías sobre una mesa y el parloteo de las integrantes de la banda la tr...
Bitácora de Carlos A. Ricciardelli // palabras/imágenes/arte -desde este lado del mundo.