El fuerte viento que se había levantado de golpe hizo volar unos periódicos de uno de los quioscos de la avenida. Una madre agarró fuerte a su hijo y lo acercó contra su cuerpo para evitar que la fuerte corriente lo arrastrara. El viento apenas se calmó cuando un hombre algo encorvado y con una bolsa de plástico se detuvo en la esquina. Se agarró con la mano libre el gorro de lana que apretaba su cabeza y esperó. La mujer con el chico lo miraron, algo llamó su atención. El hombre parecía balbucear algunas palabras. Cuando el semáforo cambió a amarillo el hombre comenzó a cruzar produciendo un par de frenazos e insultos que pareció no escuchar y avanzó hacia la plazoleta del Obelisco. Una vez allí, se detuvo y miró un rato un espectáculo de malabares. Abrió la bolsa y sacó una botella amarilla como de lavandina y se apartó, abandonando la bolsa, del pequeño tumulto que miraba el espectáculo callejero. Volvió a hablar y gesticular con el seño fruncido. Caminó unos metros sin dejar de...
Bitácora de Carlos A. Ricciardelli // palabras/imágenes/arte -desde este lado del mundo.