Escuchábamos roncanrolles echados en el sillón así, tu cabeza sobre la mía. Aprovechaba a sentir tus olores, tus perfumes entre el pelo, tus olores en la piel. Escuchábamos rocanrrolles y nos pasábamos un mate caliente de anhelos y tibios de besos. Escuchábamos roncanrolles echados en el sillón, susurrabas temas de los redondos y jugábamos, otra vez, como en aquellos buenos tiempos, a descifrar las letras, a imaginar cual había sido el mensaje de aquellos años desangelados. Jugábamos a cazar el tiempo, a meterlo dentro de nosotros, a empujarlo con nuestras lenguas, a llenarnos de él. ¿Ves? Dijiste de golpe y te levantaste, para mí, que se lo estaban cogiendo… y echaste durante unos segundos los ojos hacia el techo, como si la música bajara del cielo. ¿Ves? Y ahora movías las manos, con las palmas hacia arriba, se lo estaban cogiendo, repetiste, ¡y estabas tan hermosa! No lo había pensado, respondí, trayéndote hacia mí, hacia mis locas ganas de vos. ...
Bitácora de Carlos A. Ricciardelli // palabras/imágenes/arte -desde este lado del mundo.