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Mostrando entradas de 2016

Carlos A Ricciardelli, El quinto elemento

Comparto el trabajo crítico sobre algunos cuentos del libro El quinto elemento realizado por Alan Storino.     ( …) Cuando la tierra era pantanosa y las cavernas un hogar   En una época en que la mayor riqueza era el fuego   Para buscar paisajes el hombre debía vagar  (…)   Iron Maiden , “Quest for fire” en “Piece of Mind” (1983)                  El legajo de la bohemia porteña lo inscribe con los siguientes matices: padre de tres hermosos hijos; compañero de Marisol;  maestro de grado ; profesor de Historia ; militante popular;  quemero y con el abolengo de haber abrevado en variopintas experiencias terciarios o universitarias (Antropología y Comunicación Social).    Dialogando en un juego de yuntas imaginarias el legajo tranquilamente  se lo podrían completar Manzi o Bonavena, dos finados que  comparten con el escritor el yeite de la patria chica y por ende el devenir de domingos en Amancio Alcorta y Luna. Porque la Patria es la infancia. Y la infancia es el barrio

Aire y luz y tiempo y espacio

Algunas veces, cuando me pongo a intentar balances de cualquier tipo, aparece insistente este poema del viejo Bukowski. Vaya a saber uno por qué... Sabes, yo tenía una familia, un trabajo, algo siempre estaba en el medio pero ahora he vendido mi casa, he encontrado este lugar, un estudio amplio, deberías ver el espacio y la luz por primera vez en mi vida voy a tener el lugar y el tiempo para crear no, nene, si vas a crear vas a crear trabajando 16 horas al día en una mina de carbón o vas a crear en una habitación con tres chicos mientras estás desocupado, vas a crear aunque te falte parte de tu mente y de tu cuerpo. vas a crear ciego mutilado loco. vas a crear con un gato trepando por tu espalda mientras la ciudad entera tiembla, con terremotos, bombardeos, inundaciones y fuego. nene, aire y luz y tiempo y espacio no tienen nada que ver con esto y no crean nada excepto quizá una vida más larga para encontrar nuevas excusas

Un Quijote de los arrabales. (Una lectura del Juguete Rabioso)

Al joven Silvio Astier se le trastocó la cabeza de tanto leer folletines de bandoleros y busca vidas. Tanto frecuentó la zapatería del viejo andaluz, en cuyas paredes aparecían pegados cromos multicolores de famosos malvivientes de ficción, que soñó con ser uno de ellos y así escaparle a la miseria que lo rodeaba.                                                Las lecturas del Juguete Rabioso son múltiples y tal vez, interminables. Pero una de ellas es la que se nos revela a las pocas líneas y de la mano del mismo protagonista que afirma su fascinación por las lecturas  y entre otras las del Quijote de la Mancha. Es tan grande su fascinación por los libros y la lectura que admite querer ser como Rocambole y salir al mundo a resolver entuertos y enderezar entreveros.  Si el Quijote elige a un pobre campesino que lo secunde para todas sus aventuras, Silvio buscará en  Enrique y Lucio a sus secuaces de acción con los que fundara El club de los caballeros de la medianoche. Los tri

Se presentó El quinto elemento

El viernes 25 de noviembre en la sede de la Unión de Trabajadores de la Educación (Ute) Gustavo Ramazzotti, Adrián Oláz y Carlos A Ricciardelli presentaron el libro El quinto elemento (15 relatos prehistóricos) La noche arrancó con el talento musical de Nano López y parte de su espectáculo Diversiones para luego escuchar las palabras de Graciela Cingolani (dirigente de Ute) y Nestor Gorojovsky de Publicaciones del Sur. Finalmente y ante las expectativas del público que llenó el auditorio, comenzaron las lecturas de los autores. Carlos A. Ricciardelli en la lectura de presentación de El quinto elemento. El ilustrador del libro Omar Gaspar, Adrián Oláz, Gustavo Ramazzotti, Carlos A Ricciardelli y la antropóloga Carolina Postiglioni, autora del prólogo. Luego de finalizada las lecturas se realizó un brindis con todos los presentes.

Nuevo libro de cuentos!

El viernes 25 de noviembre a las 19,30 hs en la Ute (B. Mitre 1984) se presentará   El quinto elemento (15 ficciones prehistóricas)  Olaz, Ramazzotti y Carlos Ricciardelli presentan quince relatos sobre las impresiones posibles que tuvieron aquellos primeros hombres, hace tiempo, mucho tiempo. El libro contiene ilustraciones del artista plástico Omar Gaspar.

Rocío

Rocío tiene la frescura de su primer nombre, y la fuerza del segundo: Eva. Todas las mañanas se despierta con alguna pregunta/ ¿dormiste bien?/¿dónde fuiste?/ y siempre aparece enredada en sus rulos. A veces la veo espiar desde su cama. Se tapa toda bajo las sábanas y de a poquito va asomando su curiosidad por el mundo. Se queda en silencio… mirando. /¿Qué verá desde sus tres años?/ Yo la veo a ella, y a su mamá, y a sus abuelas. A veces habla de noche, y mueve las manos, se acomoda los rulos y gesticula. Yo sé que Rocío viaja cuando no la veo. /¿Te bañaste?/ me pregunta siempre cuando vuelve de una siesta. 

Ella...

Un  momento, contame un momento, de esos que te gustan, dijiste mientras te descalzabas y me besabas suave, muy suavemente el cuello. ¿Un momento? Balbuceé ante el escalofrío que nacía en tus labios y se disparaba veloz por mi cuerpo. Un momento… En la penumbra de mi casa, recostado en el sillón, emborrachándome de a poco, escuchando a Sabina o a Ismael Serrano… mirando el lomo de los libros acumulados con el amor y la pasión de lo inútil… un momento, dulce borrachera… bonita, tan dulce como tus labios…  

Momentos...

Cuando lo vio llegar una equívoca sensación de alegría y nervios le recorrió el cuerpo. Se mordió el labio confirmando la certeza del dato que la había llevado hasta allí, a esa hora de la noche y se dispuso a observar. Disimuló la ansiedad entre las páginas de un libro grueso y unos papeles que comenzó a garabatear. Él pasó a su lado con una carpeta y dos libros que había bajado de uno de los anaqueles en la parte de historia. Lo miró sentarse y disponer los libros a un costado, hojear el tomo más grande y sacar unas hojas de la carpeta. Abrió una cartuchera en forma de sobre y extrajo algunas lapiceras de color y un lápiz negro. Cuando él levantó la vista se encontró con la mirada de ella, le sonrió. Se ruborizó y disimuló su vergüenza hundiéndose en la lectura. El se paró y fue en busca de otros dos libros. No había nadie a esas horas en la biblioteca.

Perro de mil batallas

El fuego ha regresado de forma imprevista, bestial. No lo esperaba. Yo, perro de mil batallas -confié en el pacto, en la tregua- y no hubo piedad. 

Peregrinos

Habían logrado dominar el fuego luego de años de experiencias y azares varios. Habían logrado captar el instante exacto de alquimia cerebral y atmosférica, el instante previo a las lluvias que ahogaron tantas veces el milagro. Habían logrado dominar el fuego… las pequeñas bestias escuálidas que se cubren con olores nuevos sus propios olores. Y poco después, con la ayuda de los dioses, pudieron torcer las aguas, trazar canales y celebrar la vida en el nacimiento de nuevas plantas derramadoras de semillas y frutos. Semillas y frutos destinados a calmar los cuerpos y acariciar las almas… sanadoras de hambres y tristezas. Maceraron semillas en cuencos de barro olvidados… Elixir de los dioses para bestias simples y frágiles… La alegría de los cuerpos engendró nuevos cuerpos que, una vez cubierta la Madre Negra, se expandieron por el Todo como el viento, como el aire, llenando las lluvias y los soles de alegrías y tristezas; de tangos y son. 

El hacedor, de Jorge L Borges

Somos el río que invocaste, Heráclito. Somos el tiempo. Su intangible curso acarrea leones y montañas, llorando amor, ceniza del deleite, insidiosa esperanza interminable, vastos nombres de imperios que son polvo, hexámetros del griego y del romano, lóbrego un mar bajo el poder del alba, el sueño, ese pregusto de la muerte, las armas y el guerrero, monumentos, las dos caras de Jano que se ignoran, los laberintos de marfil que urden las piezas de ajedrez en el tablero, la roja mano de Macbeth que puede ensangrentar los mares, la secreta labor de los relojes en la sombra, un incesante espejo que se mira en otro espejo y nadie para verlos, láminas en acero, letra gótica, una barra de azufre en un armario, pesadas campanas del insomnio, auroras y ponientes y crepúsculos, ecos, resaca, arena, liquen, sueños. Otra cosa no soy que esas imágenes que baraja el azar y nombra el tedio. Con ellas, aunque ciego y quebrantado, he de labrar el vers